domingo, 11 de diciembre de 2022

Comienzos y desenlaces

Por Alberto Bejarano Avila

Según nota de END, 415 acciones transformadoras y 246 situaciones de cambio afloraron en los diálogos regionales vinculantes, versión Tolima, acontecido el 2 de diciembre en Ibagué. Igual se registra el compromiso formal de la señora Ministra de Trabajo: “vamos a impulsar el empleo en Ibagué, pero sin precarización laboral”.

Los opositores al gobierno del cambio deben aceptar la inédita metodología para acercar al gobierno nacional al Tolima, pues, sin mayor injerencia politiquera, la gente indicó acciones precisas al gobierno central, acciones que merecen trazabilidad y por ello sugiero que “Ibagué Como Vamos”, Comité de Gremios, ADT u otra instancia no pública, compendie, divulgue didácticamente, haga seguimiento e informe metódica y periódicamente al Tolima de los avances, contratiempos y ajustes.

Fácil era entender que, a diferencia de gobiernos anteriores, el gobierno del cambio traería oportunidades al Tolima; ahora el “balón queda en nuestra cancha” y ahí es donde surge la duda sobre si el Tolima lo aprovechará o si el diálogo vinculante con el gobierno central será una anécdota más del sin fin de blablablás sobre el progreso regional. Por conocer la “índole política del Tolima”, por adicción a la utopía y por espíritu propositivo, hace pocas semanas, en esta columna, sugerí ingenuamente al comité de gremios instituir “el colegio rector del desarrollo tolimense” para que, con rigor y alcance, rastreara otros ejercicios prospectivos, lo mismo que hoy debe hacerse para que el diálogo vinculante no sea otro fiasco a lamentar, y no por culpa del gobierno Petro, sino por nuestras propias y nunca corregidas culpas.

Es verdad, y esto debería ser advertencia obligada en todo discurso o conversación sobre el desarrollo, que si las “genialidades prospectivas” y las palabras de compromiso o promesas, tan abundantes en nuestro vetusto y turbio mundillo político, no tienen conexión verificable y calificable con acciones que se emprendan en el inmediato futuro, entonces lo que adrede o bobamente estaremos prohijando es esa demagógica charlatanería propia de la arraigada y narcisista lógica electorera que convierte las visiones de futuro, los esfuerzos prospectivos y la planeación pública en un “canto a la bandera” que nos condena a no tener futuro.

Creo un deber decir que un impacto decisivo y sostenible sobre los índices de desempleo e informalidad exige ver el desarrollo tolimense desde perspectiva más compleja y el reciente diálogo vinculante podría ser un buen inicio, si no le perdemos la pista, y de ahí mi comedido consejo de trazabilidad ya propuesto. Por lo dicho, en lo personal y por muchos días, estaré observando el desenlace de la promesa ministerial de “impulsar el empleo sin precarización laboral”, pues, para mí, podría ser una gran lección de economía o, como temo, pudiera ser apresuramiento de nuestra apreciada ministra por desconocer cómo se plantea en el Tolima la ecuación sociedad, política y economía, ecuación que jamás se despejo de forma correcta porque nuestros doctos progresistas persisten en su errado planteamiento, el mesiánico yo, porque se resisten a comprender que el planteamiento correcto es el sinérgico nosotros.

sábado, 12 de noviembre de 2022

El personalismo galopante


Sáb, 12/11/2022 - 06:00

Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA

Las elecciones de octubre del 2023, en vez de propiciar una convergencia de voluntades por el futuro tolimense, está desatando una salvaje estampida de apetitos personales dado que, en el tumulto de candidatos a consejos, Asamblea, alcaldías y gobernación, no existen vasos comunicantes (ideológicos); ellos no coinciden, disienten o dialogan por el futuro del Tolima porque su primitiva egolatría solo los induce a saciar sus carencias psicológicas o su peculio. Como la tolimense es sin duda una sociedad políticamente desinformada y manipulada, cae bien citar a George Orwell para iniciar la reflexión sobre política y futuro tolimense: “Quien controla el presente controla el pasado. Quien controla el pasado controla el futuro”.

Como ahora, al igual que en toda elección pasada, es lugar común oír de buenos candidatos para sustituir malos gobernantes, más no de un partido (o partidos) proponiendo una visión política para trasformar al Tolima y escogiendo democráticamente candidatos competentes para liderar esa trasformación, intentaré razonar sobre el porqué en nuestra sociedad, que se revela orwelliana, el meollo no es de candidatos para un cuatrienio sino de ideas para un futuro a construir en muchos cuatrienios. Para aclarar tal inferencia, recurro, parcialmente, solo a uno de tantos factores complejos que confluyen al desarrollo y que hoy agobia a todo ibaguereño: la movilidad, que será una mentirita de batalla en la compaña que empieza.

Viendo el área urbana de Ibagué, se colige que una movilidad aceptable exigiría, entre más, de èstas obras: la malla vial bien pavimentada; ampliar la Avenida Ambalà y la vía Calambeo; unir por viaducto a Calambeo con Ambalà; tranvía; cables aéreos; semaforización suficiente, moderna y bien mantenida; zonas azules con pago digitalizado; muchos puentes peatonales de buena calidad; eficaz sistema estratégico de trasporte público (¿bus o buseta?); ciclovías de verdad; trasladar la terminal de transportes y construir terminales en plazas de mercado para el sector rural y sus productos; incentivar la construcción estratégica de parqueaderos elevados; autoridades de tránsito altamente calificadas; centro de planeación de movilidad dirigida por expertos; programas continuos y serios para fomentar la cultura y el civismo.

Como lo anterior y más, no fue hace treinta años un fin de la política, porque ya caíamos en la politiquería, hoy vemos los resultados y, porque tampoco ahora es parte de un proyecto político, excúsenme el vaticinio, en un lustro, cuando más, ya viviremos el caos total. Insisto entonces en que la estricta ilación, ideas, partido y muchos políticos unidos en tal partido y acatando esas ideas, es la única posibilidad de mejor futuro y que candidatos inconexos y desarticulados ideológicamente (personalismo galopante), perjuran cuando prometen que, con su elección, el Municipio de Ibagué será moderno y competitivo. De igual atisbo a todos los factores y a todo el Tolima se concluye en que la calidad de vida, la industrialización, el empleo, la cultura, el medio ambiente, la convivencia, la democracia política y económica, etc., serán quimeras mientras el liderazgo político emane del personalismo y no de las ideas.

domingo, 6 de noviembre de 2022

Quijotadas (II)

Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA

En la entrega anterior decía que, por no ser un camino sino muchos caminos los que debemos transitar para alcanzar el desarrollo tolimense, es ineludible deber el construir ese mapa de caminos.

Pero el quid está en quien debe construir tal mapa, pues, como en la paradoja del queso y el ratón, hasta hoy se ha confiado la gestión del futuro a “políticos”, que cuando no son causa son sostén del atraso, o ese quehacer se deja al criterio de tecnócratas que, como única vía, plantean tesis refritas y de hecho inútiles y así lo único que se logra es que el anhelo de progreso sirva para que gente astuta, en lo privado y lo público, conserve o cree espacios para sus intereses personales y que el liderazgo colectivo brille por su ausencia y, por tanto, de no cambiar la conducción del desarrollo, mal seguiremos por sécula seculórum.

Ante el complejo asunto de conducir seria, sostenida y eficazmente el desarrollo tolimense que, como dije en la primera parte, es suma de muchos capítulos geopolíticos y sectoriales, surge, como única opción viable (se estrellará contra el silencio), que el Comité de Gremios, para el caso ampliado con actores de la sociedad civil, funde el Colegio Rector del Desarrollo Tolimense como entidad jurídica y cuyas funciones serían acopiar los planes estratégicos de cada subsector económico y social, Gobernación y municipios para estructurar el auténtico proyecto político para transformar al Tolima. Así entonces sería la sociedad, en su integral expresión, la que decida caminos de desarrollo a pactar con “las fuerzas políticas” y, de esta manera, hacer que el regionalismo se haga democracia y cambie el sentido de la política.

El Colegio Rector del Desarrollo Tolimense (Crdt), por ser entidad estable y foro continuo de temas atinentes a la restauración del Tolima, tendrá costos que, por supuesto, serán infinitamente inferiores a lo dilapidado durante tantas décadas de abuso contra el erario y de patinar con los presupuestos gremiales y sociales. El Crdt además coordinaría eficazmente a entidades académicas, públicas, económicas, mediáticas, sociales y políticas para afianzar las sinergias y lograr que el lenguaje del desarrollo adquiera sentido, consistencia, coherencia y sincronía y que el palabreo populista no sea más la impronta de nuestra regresiva cotidianidad.

Tal vez de economía haya claridad, pero no en lo social, que hoy no contribuye a las sinergias del desarrollo (sistémico) por ser nicho de un populismo, cuyo único antídoto es la sociedad civil organizada que tendría que promover el Crdt. Cultura, usuarios de servicios públicos, colonias, migrantes, profesiones, artes y oficios, veedurías, medioambiente, empleabilidad, trabajo social, etc, serían formas de organización social que, siendo serias y no manipuladas por charlatanes, aportarían sinergias al bienestar común y al avance del aparato productivo.

Termino con una cita de Víctor Hugo hallada en sesudo escrito de un amigo: “¿Sabe cuál es mi enfermedad? La utopía. ¿Sabe cuál es la suya? La rutina. La utopía es el porvenir que se esfuerza en nacer. La rutina es el pasado que se obstina en seguir”.

sábado, 29 de octubre de 2022

 Quijotadas (I)

Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA

Recurro a la frase que señala que “todos los caminos conducen a Roma” para sustentar que el desarrollo, por ser noción vinculante del interés particular y el interés general, es objetivo común. Para facilitar sus sueños, las personas crean grupos de interés específico (ej., gremio o cooperativa) y los grupos delinean un camino para sus asociados y, a su vez, esos caminos se cruzan con los caminos de otros grupos de interés específico y, de esa dinámica de ideas y acciones, aparece el mapa de caminos hacia el buen destino: el desarrollo regional. Claro, esto es teoría, pues en el Tolima, para el efecto, la esencia política del desarrollo mutó en pseudo política, la cultura política cayó en decadencia y el vocablo desarrollo se convirtió en comodín de palabrería insulsa que a nada lleva porque carece de norte y de sentido.

Con estos símiles señalo entonces que son muchos los caminos que debemos transitar para alcanzar el desarrollo tolimense y no uno, y menos el electoral per se, como erróneamente creemos, que “topografías y trayectorias” a seguir son distintas y que si bien los “viajeros” encarnan la diversidad y por ello pareciera que hablaran “idiomas” diferentes y que “cada quien anduviera por su lado”, la verdad es que todos queremos alcanzar la misma meta, el progreso individual y colectivo y que, para lograrlo, tenemos que estar unidos por el mismo espíritu. Colombia es totalidad que debería estar integrada por totalidades regionales y así el Tolima no sería mercado apetitoso para poderes económicos y electoreros y sus recursos no serían coto de caza para intereses oligopólicos que desconocen el bien común.

El acumulado de aspiraciones de los grupos de interés específico en la economía, la sociedad civil y lo político-gubernamental son, de hecho, el genuino proyecto político del Tolima, que no equivale a avidez electoral, pues esta última debe legitimarse en proyectos políticos para que la política no sea trivial, egocéntrica y corruptible y si sea sistémica, ética, democrática y sinérgica. En el modelo actual un candidato, por bueno que sea, es circunstancial pero no histórico y extenderá el rancio circulo vicioso porque no representa ningún proyecto político para el Tolima, proyecto que, además de lo indicado atrás, también debe ser holístico pues, ej., es grave error estratégico proyectar a Ibagué sin proyectar al Tolima y viceversa.

Solo la estricta ilación del proyecto político como sumatoria de muchos capítulos sectoriales y geopolíticos, un partido político con alma regionalista y candidatos como voceros de aquel proyecto y partido, posibilitará el progreso del Tolima. Sépase entonces que el personalismo no puede ser el faro de la política y por tanto seria de un concluyente diálogo inter sectorial (gremios, sociedad civil) y luego entre sectores, de donde surgiría el gran proyecto político y la nueva arquitectura político-electoral que acatarán quienes tienen real vocación política (de servicio). Desear de corazón que Tolima cambie, supone reconocer que la vía a transitar aún no existe y que hoy solo tenemos aquella que lleva al ostracismo. Continúa…

sábado, 22 de octubre de 2022

La excepción confirma la regla

Por: Alberto Bejarano Ávila
En artículos anteriores me refería a la historia tolimense como sofisma que prospectivistas y teóricos de los últimos lustros han usado para dar tinte intelectual a propuestas que nunca les dan resultados y no la historia como experiencia vital que enseña cómo el Tolima, hasta los años cuarenta del siglo pasado, venia tejiendo un lento pero firme desarrollo que, desde los años cincuenta, comenzó a declinar por la violencia, la politiquería y la globalización que trajeron abusos, quiebres sociales, fracasos y malas mañas que turbaron el alma tolimense y de ahí el frágil y aciago presente del que tanto nos quejamos. Mientras el deseo tolimense cabalgue sobre condiciones azuzadas desde afuera y no construyamos pensamiento propio para escribir nuestra propia historia, ninguna visión estratégica de futuro dará resultado.

Si bien las soluciones a la problemática expuesta en los artículos aludidos estaban implícitas, acepto el reclamo de varios amables lectores que, estando de acuerdo con lo allí expresado, no hallaron soluciones claras y por ello, en artículo posterior, intentaré, al menos, bosquejar una idea estructurada de cómo pienso debe enfrentarse el desafío del desarrollo del Tolima. Es obviedad indicar que las páginas de la historia tolimense que aún están en blanco son las del futuro, pero no pareciera tan obvio decir que esas páginas, como seguramente ocurrirá, serán escritas por la inercia o por manos extrañas, si los tolimenses no decidimos escribirlas con nuestra imaginación, nuestros acuerdos y nuestros esfuerzos compartidos.

Como el refrán dice que “todo depende del cristal con que se mire”, confieso que la “Revista Empresas Generadoras del Desarrollo del Tolima”, publicada por END el anterior domingo, me llamo especial atención, pues allí vi cómo es que “la excepción confirma la regla”. Al leer detenidamente las empresas allí inscritas y porque de alguna forma he sido testigo del tesón de muchos empresarios tolimenses por nación o adopción, reconozco en ellos un edificante ejemplo del espíritu emprendedor tolimense que confirma que el obstáculo para originar la implosión empresarial tolimense nunca fueron la inteligencia y las oportunidades, pues ellas sobran, más si las condiciones propicias que no creamos por andar oyendo cantos de sirena y no reencontrar el carácter, la identidad, el “nuevo orden” sociológico y las sinergias.

La muestra empresarial tolimense allí incluida (sin descalificarla, desagrego la no tolimense) es solo honrosa excepción, porque la regla es el atraso, la informalidad y el desempleo y por tanto revertir esa regla exigiría que estas, llamémoslas nuestras empresas tolimenses, sean multiplicadas al menos por cien y en todos los sectores económicos, ojala prevaleciendo en agroindustria, industria, finanzas y empresas públicas y que la visión de nuestras empresas, multiplicadas por cien, debe ser el norte de la prospectiva y de la política pensante, decente y ética, si tenemos coraje para inventarla. Es elemental saber que si queremos ser prósperos debemos crear riqueza financiera (las otras pululan) y que esa riqueza debe ser compartida, pues es ingenuo creer que podemos alcanzar el desarrollo con dineros y “consejos” ajenos.

domingo, 16 de octubre de 2022

No existe historia tolimense (I)

 No existe historia tolimense (I)

Sáb, 01/10/2022 - 06:00

Decía en artículo anterior que no existe una historia tolimense porque en nuestros casi cinco siglos no hemos sido protagonistas, solo hemos contemplado pasivamente la formación de nuestras estructuras sociales por fuerzas externas, es decir, observamos los cambios, pero no los causamos y de ahí el atraso y no el desarrollo. Por amigables disensos sobre la historia tolimense y por ser cuestión crucial para comprender al Tolima, en pocas cuartillas intentaré plantear mi opinión, pues si bien historiadores, antropólogos y arqueólogos relatan sucesos acaecidos desde tiempos precolombinos, nunca hemos juzgado si el “orden” social, político, económico y ambiental del Tolima de hoy es construcción, deconstrucción o accidente y por tanto si los tolimenses fuimos y somos históricos o ahistóricos.

Vivencias y lecturas de lo acá ocurrido en los últimos setenta años me hacen escéptico sobre el futuro del Tolima, escepticismo que podría mutar a optimismo si en el Tolima se decidiera hacer una lectura crítica de la cronología del ayer para entender el porqué del presente y el cómo no reeditar más el pasado y así empezar a cambiar nuestra historia. “Nuestro destino nunca es un lugar, es una nueva forma de ver las cosas”, señaló Henry Miller, y en la historia nuestra forma de ver las cosas se ha caracterizado por el “dejen hacer y dejen pasar” porque no obramos como sujetos históricos y así permitimos que nuestra realidad se moldeara con imposiciones externas y que la decadencia moral y ética se hiciera costumbre.

Con una aleatoria y apretada sucesión de ejemplos intentaré explicar la diferencia entre la construcción histórica y la historia como hecho inercial en la ya larga vida tolimense. Inicio con la política y señalo que nuestra concepción, nuestro “modelo” y nuestra praxis política se fraguaron a costa de sangre e insolidaridad porque nuestros padres y abuelos se mataron u odiaron por trapos azules o rojos que no se enastaron en el Tolima y porque, si aún aquello de región hoy no se entiende, en los años cincuenta del siglo XX menos podía comprenderse que la tolimense era una sociedad concreta que, unida, podría construir su propio destino.

Esa violencia se “venció” con el Frente Nacional a finales de los cincuenta (dizque para abolir la dictadura) y aquel acuerdo, donde el Tolima pocas velas tuvo, nos heredó, no fue creada por nosotros, la repartija burocrática que degeneró en ese clientelismo y gamonalismo tan enraizado en el Tolima. Antes del FN algunos dirigentes enorgullecían al Tolima (Echandía y otros) porque fueron líderes históricos, pero de los ochenta para acá, nuestra política causa vergüenzas ante el país y todo porque, ya en el siglo XXI, hasta “alternativos” y éticos, por no entender que el cambio empieza por concebir un modelo político para el Tolima, utilizan la venal, insulsa y centralista “política” para alcanzar sus personales ambiciones electorales.

Para que el Tolima escriba su propia historia sus líderes políticos deben ser históricos y ello empezaría por acordar un proyecto político para reconstruir al Tolima. Continua…

 No existe historia tolimense (II)

Sáb, 08/10/2022 - 06:00


La aleatoria lista de ejemplos para contrastar la construcción histórica con la historia como zaga de sucesos inerciales en el Tolima continua con los servicios públicos, donde también lo histórico se hizo evidente al permitir que la construcción de la actual estructura (excepto acueductos, donde ronda el runrún privatizador) se readaptara por la dinámica empresarial, externa, nacional y multinacional y ante la inacción, cuando no apología, de quienes ignoran que una estructura de activos productivos, pública y propia, permite generar utilidades para reinvertirlas en calidad de vida, empleo y prosperidad para los tolimenses.

A diferencia de regiones desarrolladas, en el Tolima el neoliberalismo aturdió la cordura de la dirigencia política para que admitiera que no existen diferencias capitales entre economía pública y economía privada y la fábula de que la primera es más eficaz si es privatizada. Este ardid, que rompe el equilibrio entre bien común y bien privado (solo posible si las dos ramas económicas son fuertes) cumplió su tarea, pues unos líderes públicos (diría que probos pero cándidos) cayeron en el esnobismo neoliberal y otros (los politiqueros venales), clientelistas ya por herencia del FN y que veían lo público como coto de caza para satisfacer su codicia, hallaron en la enajenación de activos productivos del Tolima otro filón para sus inicuos fines. Las sociedades sin ética, identidad y espíritu solidario se condenan a desandar su historia.

Sin valorar ni defender los activos productivos públicos del Tolima o que aquí tenían su sede, se vendió a Hidroprado (cuentan se construyó para reparar los perjuicios de la violencia) sin que el gobernante del momento realizara gestión alguna para utilizar la primera opción de compra que tenía el Tolima. Vendieron a Electrolima, vendieron las acciones de Teletolima; privatizaron la recolección de basuras en Ibagué y, en general, fue una desafortunada época en que se ocasionó o permitió la enajenación de recursos reales y potenciales (ej. El gas) y así se cercenó la posibilidad de construir un modelo público-empresarial robusto (ej. EPM, guardadas proporciones) para la prestación de servicios públicos esenciales y para generar excedentes para la formación de un capital que apalancara e hiciera sostenible el progreso.

Sobre ello impera el mutismo, tal vez por falta de conciencia social, juicio crítico y posición política y por tanto esos sucesos no son históricos, es de construcción regional que deshace la historia. Pero, pasadas muchas décadas, esa manera de ver las cosas no cambia y por ello, si hoy (posibilidad inherente al descaro politiquero) privatizaran al IBAL, sin duda surgirían tímidas protestas, ruidoso silencio y zalamerías para el “astuto depredador” del momento e Ibagué habría perdido su bien más preciado, el agua, para enriquecer a unos pocos.

¿Cuánto dinero que debía reinvertirse en nuestro progreso se remesa hoy a otros sitios del país y el mundo? ¿Acaso ello no explica el desempleo, la emigración, la pobreza y el atraso en general? ¿Acaso no es de extravíos, errores y fracasos que se aprende? Continúa…